amor constante más allá de la muerte
Publicado: marzo 28, 2009 Archivado en: Uncategorized 1 comentarioCerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo
ecos de narciso
Publicado: marzo 25, 2009 Archivado en: Uncategorized Deja un comentariohoy se me pesaba más el sol
recuerdo que anoche fui feliz
pero se me fugó la isla y mi risa
no era más que un recuerdo
de otras risas que frías desde mármol
casi miraban
creo que anoche fui feliz
pero bailando entre sombras creo
era su sonrisa quien vacilaba
y esta luz que de su estatua iluminando
me obliga a cerrar los ojos
imagino que un día fui feliz
pero este hoy que se me viene arriba
me ensombrece su acuoso reflejo
y la risa, que en esta noche de ensueño en pleamar
fugó sin alas
Alice Mar
hay un morir
Publicado: marzo 22, 2009 Archivado en: Uncategorized Deja un comentarioNo me lleves a sombras de la muerte
Adonde se hará sombra mi vida,
Donde sólo se vive el haber sido.
No quiero el vivir del recuerdo.
Dame otros días como éstos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
De mí un ausente
Y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.
Hay un morir si de unos ojos
Se voltea la mirada de amor
Y queda sólo el mirar del vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es muerte la libadora de mejillas,
Esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes.
Macedonio Fernández
cursi
Publicado: marzo 19, 2009 Archivado en: Uncategorized Deja un comentario«te quiero», me dijo y enganchó el teléfono. ya en esos días, pasados los meses
de turbación que se siguieron al final, parecía que otra cosa quería empezar.
éramos amigos. creo, que éramos amigos. pero estas dos palabras, dichas de
manera tan espontánea y tan repentina, resonaban en mi cabeza haciendo
folículos en la memoria. si no hubiéramos dicho tanto, si no hubiéramos
inventado tanto. si no nos hubiéramos apresurado. un gruño de ojo y lo veo irse,
tan rápido como vino. «te quiero», me dijo.
¿éramos amigos realmente? sosteníamos conversiones ocasionales por el
teléfono. el tono casi siempre alegre escondía los últimos vestigios de
resentimiento. hablábamos de cositas varias y sin importancia. trabajo,
amorcillos. pero a veces tenía esa impresión de que de hecho no se había ido
todavía. se recusaba a irse. a pesar suyo, a pesar mío. «te quiero», y de pronto se
me vino arriba todo un torbellino de imágenes en las que su risa bailada
erráticamente.
poco antes, en el teléfono, me había dicho que yo era una mujer preciosa. yo,
una mujer. y preciosa. me río anacrónicamente. lo había llamado la noche
anterior. estaba triste y pensaba que su voz de metal podría cortar mi
melancolía. no contestó. lo imaginé deambulando por las calles de nueva york,
recostándose en otro lecho. ron y cocaína. le dejé un mensaje. y de pronto me
despierta el teléfono. me llama y me dice que me quiere. que no te deprimas,
que ya nos vamos a ver. que te echo de menos. creía que éramos amigos.