desde su garganta
Publicado: febrero 22, 2010 Archivado en: Uncategorized Deja un comentariosu barba en mi cuello.
yo, colgándome
desde su garganta.
palomas en la voz,
deslizándome plumas
entre los dedos.
dedos largos, labios vagos,
ojos despaciados.
así, como una tarde blanca.
sonrisas entre sonrojos,
nodecires como ecos.
acompasados sinsabores
que de pronto apresurados
se esconden y se divierten.
su barba en mi cuello.
y yo, enmañanada
en su cabello.
palabras como espuma
blanda rebotando
desde su boca.
miradas resquebrando,
manos retozando.
una barba de hombre
en unos ojos de niño
y yo
anidada de deseo.
Alice Mar
elegía interrumpida
Publicado: febrero 16, 2010 Archivado en: Uncategorized Deja un comentarioHoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni lo óleos.
Oigo el bastón que duda en el peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora,
y entrarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas,
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse…
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a lo ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene…
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerramos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de hielo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, está todo seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado
en jaulas de barrotes invisibles,
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima es también tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
“saluda al sol, araña, no seas rencorosa…”
Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío.
Octavio Paz
tres cuerpos
Publicado: febrero 1, 2010 Archivado en: Uncategorized 2 comentariosno saber donde empieza el uno y termina el otro. deshacernos de los contornos,
deshacernos como que con ojos de pulpo. ojos táctiles, tapiz de pieles. dedos. entre
cuellos, entresenos, entremuslos. mudos. entre una mano y otra mano, enmarañado de piel.
no saber donde tus besos, donde tu boca. si tu piel o si su piel. no saber adonde yo. así, sin
contornos. y tú tampoco.
Alice Mar