poniente
Publicado: octubre 15, 2011 Archivado en: Uncategorized Deja un comentarioEstas mis tardes quietas,
llenas de sol que busca el horizonte;
se cansan de morir…
y serena, paulatina, blandamente
llenan de claroscuros
y grises azulosos la campiña.
Este poniente que sube por los ríos
sangre que se devuelve
a la luz de postreras agonías…
Este posar de mis tardes es cántico,
que en las aves que vuelven a sus nidos,
en la vaca que pasta en la pradera,
en la palma que apunta hacia los cielos,
en la choza que desempolva su espíritu
con sus ojos abiertos,
en el camino, mancha como un rastro
herida al verde,
encuentra la armonía acompasada.
Estos árboles quietos
buscan mística gloria de un sol de oro,
esas mis flores blancas de pureza
y esos ojos al verde tan lejanos,
ese verde que es todo mi paisaje,
tienen la aspiración de eternizarse
en la pausa callada de mis tardes.
Poniente:
ya la herida del tiempo
no es oro en tu costado,
es hemorragia que, paños,
las nubes contener no pueden.
!Este quebrantamiento que me obsede
de recuerdos sagrados!
Se penetran las sombras lentamente,
ya pierden sus contornos las montañas.
Ya el verde no es más verde,
toma grises oscuros de plegaria.
Casi poniente:
ya no más luz.
Sólo queda a lo lejos rastro verde
del moribundo que se aleja
herido por mis tardes.
Se arrastra hacia otros ríos.
Busca ansioso otros cánticos de vida.
Mas nos deja en el ser una esperanza
de nuevos días…
de un reino que es canción de eternidades
más cristalino y blanco.
!Esas manchas oscuras, coaguladas,
son la señal terrible
de un reino sin más tardes!
Moisés Rosa