nos otros

piedras

un vaso lleno de nos

tragado a sorbos largos

entre nubes de piedras

que avalanchan sobre mi cabeza

y unas ganas terribles

de que fuéramos nosotros dos.

 

un vaso lleno de nos.

tragado entre nudos

que a cuestas se cuelan en mi cuello,

colmándome de y sis

que no me dejan

decir que no. que no.

 

un vaso lleno de nos,

y unas ganas terribles

de que fuéramos nos

otros

 

dos.

 

Alice Mar

 


o que há em mim é sobretudo cansaço

O que há em mim é sobretudo cansaço.

Não disto nem daquilo,

Nem sequer de tudo ou nada:

Cansaço assim mesmo, ele mesmo,

Cansaço.

 

A subtileza das sensações inúteis,

As paixões violentas por coisa nenhuma,

Os amores intensos por o suposto alguém.

Essas coisas todas –

Essas e o que faz falta nelas eternamente -;

Tudo isso faz um cansaço,

Este cansaço,

Cansaço.

 

Há sem dúvida quem ame o infinito,

Há sem dúvida quem deseje o impossível,

Há sem dúvida quem não queira nada –

Três tipos de idealistas, e eu nenhum deles:

Porque eu amo infinitamente o finito,

Porque eu desejo impossivelmente o possível,

Porque eu quero tudo, ou um pouco mais, se puder ser,

Ou até se não puder ser…

 

E o resultado?

Para eles a vida vivida ou sonhada,

Para eles o sonho sonhado ou vivido,

Para eles a média entre tudo e nada, isto é, isto…

Para mim só um grande, um profundo,

E, ah com que felicidade infecundo, cansaço,

Um supremíssimo cansaço.

Íssimo, íssimo. Íssimo,

Cansaço…

 

Álvaro de Campos

 


deseo

Sólo tu corazón caliente,

Y nada más.

 

Mi paraíso, un campo

Sin ruiseñor

Ni liras,

Con un río discreto

Y una fuentecilla.

 

Sin la espuela del viento

Sobre la fronda,

Ni la estrella que quiere

Ser hoja.

 

Una enorme luz

Que fuera

Luciérnaga

De otra,

En un campo de

Miradas rotas.

 

Un reposo claro

Y allí nuestros besos,

Lunares sonoros

Del eco,

Se abrirían muy lejos.

 

Y tu corazón caliente,

Nada más.

 

Federico García Lorca

 


por la ventana

sombras en la ventana

Hoy se me dió por confundir las ventanas

con las puertas

y los vestigios de tu fantasma

con tu espalda.

Hoy penetró el sol lento

por el cristal

y creí que eras tú

que lo cruzabas.

Y hasta escuché tus pasos rápidos

por el pasillo,

y hasta creí que era de tu carne

el calor

que me azotaba la piel.

 

Hoy me puse a mirar hacia afuera

como quien espera

una llegada.

Tiré los cigarrillos al zafacón,

las botellas que yacían vacías

sobre la mesa.

Hoy prendí la música, bien alta,

y cambié las sábanas

de mi cama.

Hoy era sábado

y teníamos todo el día

para jugar

que nada nunca entre nosotros.

Que todo quedo,

que todo sigue

igual.

 

Pero no tocaste la puerta

como antes

no anunciaste tu partida.

Y eras solo

la sombra de un árbol

desolado

sacudiendo sus ramas

del otro lado

de la ventana.

 

Alice Mar

 


yo fui la más callada

Yo fui la más callada

de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.

 

No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,

ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;

mi ruta era la música salvaje de los pájaros

que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.

 

No me cargaron buques pesados de opulencia,

ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;

encima de los buques mi rostro aparecía

silbando en la redonda sencillez de los vientos.

 

No pesé la armonía de ambiciones triviales

que prometía tu mano colmada de destellos:

sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil

el trágico abandono que ocultaba tu gesto.

 

Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.

Tú parecías al mar, resonante y discreto.

Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.

Sobre mí tú seguiste como el sol en los pétalos.

 

Y caminé en la brisa de tu dolor caído

con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:

tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes

en inmenso río blanco corriendo hacia el desierto.

 

Julia de Burgos

 


dos cuerpos

Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos olas

y la noche es océano.

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos piedras

y la noche desierto.

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces raíces

en la noche enlazadas.

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces navajas

y la noche relámpago.

 

Dos cuerpos frente a frente

son dos astros que caen

en un cielo vacío.

 

Octavio Paz

 


nocturno (procrastinaciones arduas en una noche de insomnio)

mar de noche

hoy puse tus prendas de castigo

y escondí tus fotos

debajo de la cama.

hoy me decidí a esperarlo

sola

como si tu ausencia no irradiase su sombra

sobre cada rincón

donde tú y yo.

 

hoy me decidí a hacerme suya

y deshacerme

de tus vestigios,

vermes

que me carcomen la carne

ahumándome los sentidos

y abultándome los ojos

ofuscados

de hormigas.

 

hoy lo recibí como quien recibe la lluvia

tras el estío.

pero hay algo en él

que no eres tú.

y que tampoco soy yo.

y es todo tan extraño

que de pronto me cierro y me seco

y me tengo asco.

y cada vez que me acuesto en esa cama

que nunca fue tuya,

pero que se me quedó atorada de tu piel,

me dan ganas de pedirle para apagar la luz,

y cerrar los párpados y fingir que no estoy.

que no estás.

que no está.

que estás.

y cada vez que me ciñe te mueres un poco,

culebra en mi cuello,

donde solías olerme

buscando algo

que se nos escapó.

y me dueles

cada vez que te miro

en sus ojos.

negros como los tuyos.

 

eres

la resaca de una noche que se prolonga

hasta caer

sobre otra noche

como un sonido en el vacío.

y no importa si me desvelo o duermo

porque aquí

es siempre noche

y tú, allá,

siempre efímero como espuma.

y apenas te miro te me esfumas,

y apenas te toco

se te me tragan las olas.

 

cierro los ojos.

y los abro

en el esfuerzo inútil de desaparecerte

ante la luz.

y entonces es su mano, larga como la tuya,

ajena, como la tuya

cuando me toca.

y se siente como si no fuese

mi piel,

y todo se convierte en piedra:

él

tú, yo

ma perle

sa perle.

piedra

sobre

piedra.

y las tiro por la ventana

tratando de volarte,

pero entonces es su barbilla

rascándome la piel

y el recuerdo agrio de tu boca

pegada a la mía.

y todo se desvanece,

todo él

se hace humo,

se me espesan los espinos

que despuntan

de mi espalda desnuda

y se hace noche otra vez.

 

“todo lo sólido se desvanece

en el aire.”

 

corro hasta el espejo

en cuyo reverso recuestas

de espalda a mi mirada.

y ya no veo mi rostro,

no veo nada

sino el bulto

que me envuelve por detrás.

y me dan ganas de botarlo de mi casa,

y atravesar ese muro que me aísla

agarrada de mis fantasmas

bajo la dictadura

de tu silencio.

 

y entonces te odio.

te recubro de culpas, te grito.

como si habitaras

el agujero

que dejaste en mi colchón

y que ahora se recubre de hongos.

te grito, te insulto,

pero lo único que escucho es el eco

de mi propia voz

anunciando silencios de luna

y rebeliones sin muertos.

 

soy

la prueba de tu existencia precaria

pegada como tatuaje

sobre mi piel.

pegada

a mi piel.

apegada

a mi piel.

despegada

de mi piel.

perdida

entre y sis que no

se resuelven a preguntar

y peros

que siempre se paran

en tu cabeza.

 

Alice Mar

 


pero ahora, mujer

Como una ola herida, viene a morir mi amor

en tu playa. ¿No sientes su aullido de dolor?

¿no oyes, en la alta noche, el hondo forcejo

de esta ola que se aúpa crispada de deseo

ante la irreductible y dura fortaleza

que guarda avaramente tu lánguida belleza?

¿No oyes en el silencio de la noche profunda

el hambriento crecer de mi pleamar fecunda?

 

¡Oh mujer! Toda cosa que para ti se ordena,

tu voluntad dispone, pero de mí está llena.

En todo lo que anheles y en todo lo que añores

allí estoy crepitando, rompiéndome de amores:

en la nube, en la estrella, en el agua tranquila,

hasta en el pensamiento que nubla tu pupila.

 

Tal vez, tras el ensueño del amor conquistado,

todo se hará ceniza, polvo decepcionado,

como que me han mentido, como que me han robado,

como que en la comedia que se ha representado

cúpome el papel triste del burlador burlado…

Pero ahora, mujer, de ti estoy embriagado

y mi pasión te labra su encendido poema,

pues en tu gracia efímera me siento eternizado

y en tu minuto vivo mi realidad suprema.

 

Luis Palés Matos